Analizamos el comienzo de la segunda temporada de #Luimelia. Una serie que sigue creciendo y que muestra que no tiene límites.

Intuimos una reconciliación en el final de la primera temporada de #Luimelia pero nos quedamos con las ganas de verla de forma efectiva. Así que esta segunda temporada, con los espectadores como cómplices, cada una de ellas, tanto Amelia como Luisita, nos cuentan cómo se produjo todo. E, incluso, las posteriores semanas.

Con un diálogo mordaz, ágil y fresco, nos incluyen dentro de la historia combinando las sonrisas con algún que otro abrazo al corazón. Haciéndonos un pequeño esquema de cómo nos indican que deben de ser las relaciones hasta entender que cada uno de nosotros somos únicos. Y que lo verdaderamente importante es permanecer donde nos señala el corazón. Con un ejemplo bastante didáctico. No tenemos que ser una media naranja con otra media naranja, tenemos que ser naranjas independientes. Porque para amar hay que ser en plenitud y no a medias.

¿Cuántas veces encontramos este tipo de consejos? Muy pocas veces. Nos tienen acostumbrados a ver historias de amor donde su característica especial es la ‘dependencia’. Y desde esa perspectiva es complicado amar. Siempre nos hacen obviar que lo principal es tener valor como persona y después como pareja.

La segunda temporada de #Luimelia comienza dejándonos claro que vamos a seguir siendo partícipes de la evolución de una relación pero sin dejar de lado temas que nos atañen de primera mano. Amor y lo que de verdad importa en nuestro día a día.

UN PÚBLICO AL QUE NO OLVIDAN Y SIGUE PRESENTE

Me gusta la forma de hablar directamente con el público. Me encanta la forma de buscar esa complicidad. De hablar con quienes saben que es su gente diaria. Y hacer guiños. Que Luisita hable por su lado. Que Amelia lo haga por el otro. Ambas, sin complejos y tapujos. Dejando claro qué es “una puta mierda”. En un juego de equilibrio que nos muestra lo que está por venir. Las carcajadas certeras y los espacios para la emotividad. De esa forma alcanzan una mayor comunión. Y es que #Luimelia no olvida de donde viene y lo que quiere ofrecer. Y como lo quiere hacer. Son mucho más que una webserie. Y con unos guiones de diez.

LUISITA Y AMELIA, UN TÁNDEM QUE SOLO SABE CRECER

La química que no se pierde, que crece y que se asienta en una ficción que está hecha para dar eco a todo aquello que muchas veces se queda silenciado. Apartado. Tocado y hundido. 

Luisita y Amelia siguen demostrado que ellas solas en una escena no necesitan ningún tipo de extra más. Llenan la pantalla. Hay una comunicación inexplicable y tan sensata y con la que no estamos tan acostumbradas…que lo celebramos abiertamente. Hay pocas parejas de personajes, hoy en día, que casen al nivel que lo hacen ellas.

Una escena tan sencilla como la de la tapa del váter te dice claramente que Carol Rovira y Paula Usero tienen algo difícil de encontrar. Fluyen al mismo nivel. Y su comunicación indirecta hace gran parte del trabajo. Porque ambas energías se complementan y estallan a favor del espectador. De los personajes y de la misma historia.

MARÍA Y NACHO

Piden paso a gritos. Y lo recibimos entre abrazos. Porque queremos ver su historia y queremos seguir teniéndolos de consejeros. Que sea ese punto de inflexión que necesitan tanto Luisita como Amelia. Porque no hay un solo diálogo que reste a la trama. Hasta cuanto menos lo esperas, hay información para hilar y sacar conclusiones.

LO MEJOR
  • Paula Usero y Carol Rovira tienen magia con la cámara
  • María y Nacho, el gran complemento a Luisita y Amelia
  • Luisita y Amelia siguen siendo Luisita y Amelia
  • Siguen en pie los temas realmente importantes.
LO PEOR
  • Los capítulos se siguen quedando demasiado cortos.

MEW Magazine

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